La C58 desaparecía por el retrovisor mientras las Rayban
reflejaban la silueta de una Barcelona madrugadora.
Sabía que el recuerdo de los cabrones de sus amigos iba a
tardar tanto en desaparecer cómo el confeti que poblaba sus calzoncillos.
Aun así, un estado de etílica felicidad, seguido por una
fragancia ‘Hamburguesa con Queso’, embriagaban el coche. Podría decirse,
económicamente hablando, que el bono de su felicidad estaba rozando máximos
históricos.
Poco imaginaba que las respuestas que tan ciegamente se
disponía a buscar en mapas lejanos le estaban esperando. Dos años después. Allí
mismo.
XORAI
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